Castillo de Pola
Torres de Berrellén
El castillo de Pola tendría su origen en el periodo de los reinos taifas (1009-1031), momento de la dominación islámica donde debido a las rebeliones internas de la élite musulmana Al-Ándalus se fracciono en pequeños reinos soberanos. Este proceso hace que se de un periodo de conflictos en los que las taifas se fortifican y se enfrentan entre ellas, en busca de aumentar su poder y su territorio. Una de las taifas más importantes sería la taifa de Zaragoza, situada en la Marca Superior de Al-Ándalus y controlada por la dinastía árabe-yemení de los Banu Hud (1039-1110), que se encontrarían en este momento en una guerra con la taifa de Tudela (1047-1051).
En este contexto se habría construido el castillo de Pola, formando parte de las líneas defensiva de Zaragoza junto con otras fortalezas como el Castellar, Santa Inés, Miranda y Rueda. Este castillo habría servido de atalaya principal al estar situado sobre la sierra que domina la margen izquierda del Ebro, pudiendo controlar gran parte del valle y teniendo contacto con el valle del Jalón.
Este castillo sería conquistado por Pedro I durante la expedición del año 1101 y también habría servido para el asedio cristiano a la ciudad de Zaragoza, realizado por Alfonso I el Batallador en el año 1118. Así en el siglo XII ya es propiedad cristiana, llegando una de las reformas del castillo, se añadió una pequeña iglesia dedicada a Santa Elena, de la cual sólo nos quedan dos capillas con bóvedas de arco apuntado y parte del muro del ábside, podemos distinguir por el cambio de material que las capillas son de épocas diferentes, siendo la realizada con sillares de piedra de yeso la más antigua.
También se han encontrado restos de un despoblado a los pies del castillo que aparecería posiblemente en torno al siglo XIV y que albergaría a población cristiana y musulmana. En torno a estos últimos siglos de ocupación, el castillo pasaría a ser posesión de diferentes casas nobiliarias, como los Luna, los Urrea y las Cerdán. En el siglo XXI sería declarado BIC en función a la Ley 3/1999, de 10 de marzo, del Patrimonio Cultural Aragonés, que declaró Bien de Interés Cultural a todos los castillos de Aragón para facilitar su conservación.
El equipo de ETRAE III realizó en este bien labores de investigación y trabajo de campo, como toma de datos, elaboración de la topografía del entorno y prospección aérea, encontrando elementos arquitectónicos que habían pasado desapercibidos en campo, corroborando posteriormente su ubicación, elaborando un informe que marca el estado del bien en la actualidad, fijándolo en el tiempo.